Vida Silvestre

Aves

El conocimiento de la avifauna de Iberá se remonta a los trabajos efectuados por Willlian Partridge en la década de 1960 (Partridge 1962, 1963, 1964) y las revisiones de los materiales colectados por este ornitólogo (Darrieu, 1986, 1987; Darrieu y Camperi, 1988,1990, 1991, 1993, 1994, 1996, 1997; Darrieu y Martínez, 1984). Otros estudios aportaron información sobre localidades puntuales y/ o enfocados en especies con problemas de conservación (Esteban, 1983; Short, 1971; Contreras, 1979, 1983, 1986 Giraudo, 1996; Wegw y Long, 1995; Parera y Bosso, 1996; Fraga, 2001). En 2003, en el marco del Proyecto Iberá de la UNNE, Giraudo y colaboradores efectuaron trabajos en varias localidades con el objetivo de tener un panorama general sobre la composición de la comunidad de aves del área protegida (Alvarez, 2003).

Grupo de jabirúes y tuyuyus

La avifauna del Iberá está compuesta por 357 especies autóctonas y una exótica (el gorrión, Passer domesticus) (CLT, datos no publicados). Esto representa un 36 % de las especies de aves conocidas para la Argentina y el 74 % de las de la provincia de Corrientes. La biogeografía es determinante en los patrones de riqueza en diferentes hábitats, siendo evidentes las influencias paranaense, chaqueña y del espinal.

En las formaciones vegetales herbáceas se registran los hábitats de mayor riqueza específica. Un importante número de especies dependen obligadamente de estos sistemas ecológicos. En los pastizales mesófilos son comunes el ñandú (Rhea americana), el inambú común (Nothura maculosa), la colorada (Rhynchotus rufescens), el playerito canela (Tryngites subruficollis), la lechucita vizcachera (Athene cunicularia) y la ratona aperdizada (Cistothorus platensis).

Ñandú

 

Lechucita vizcachera

De las 18 especies de aves amenazadas detectadas en el Iberá, 16 son exclusivas o altamente dependientes de los pastizales. Entre estas, cabe mencionar los capuchinos o corbatitas (Sporophila sp.), que habitan en pastizales y pajonales altos y húmedos donde se alimentan de semillas, principalmente de gramíneas. Asimismo, en Iberá se encuentran las mayores poblaciones de yetapá de collar (Alectrurus risora) y monjita dominica (Xolmis dominicanus) de Argentina y posiblemente del mundo. El tordo amarillo (Xanthopsar flavus), ictérido que ha desaparecido de un amplio rango de su distribución histórica, habita en pastizales, incluso los modificados por ganadería, y los esteros aledaños. Los pajonales son frecuentados por Limnornis curvirostris y varios representantes de los rálidos, como el burrito común (Laterallus melanophaius).

Yetapá de collar

En los esteros, lagunas y riachos, los macáes, anátidos, gaviotas y gaviotines constituyen la avifauna habitual. Aparentemente el picaflor (Polytmus guainumbi) y el doradito común (Pseudocolopteryx flaviventris) estarían asociados a la vegetación palustre de embalsado y del borde de cuerpos de agua.

Para varias especies de aves, los bosques higrófilos del noreste del Iberá representan su límite austral de distribución. Entre estas se encuentran el boyero lomo royo (Cacicus haemorrhous), el carpintero cabeza pajiza (Celeus lugubris), el mosquitero (Corythopis delalandi), el tueré grande (Tityra cayana), el zorzal collar blanco (Turdus albicollis), el yapú (Psarocolius decumanus) y el tordo gigante (Scaphidura oryzivora).

Doradito común sobre un carpincho

 

Picaflor

El sur del Iberá, es decir el área bajo influencia del espinal, presenta mayor riqueza, abundancia y diversidad de aves (Neiff, 1997; Giraudo y Ordano 2003). Esto se debería a la diversificación en cuanto a la representación de hábitats. En este sector se encuentran grandes lagunas, pastizales, diferentes comunidades acuáticas y dos tipos de bosques: higrófilos y de ñandubay. Algunas especies son exclusivas de esta zona, como por el ejemplo la charata (Ortalis canicollis), el chinchero grande (Drymornis bridgesii), el curutié (Certhiaxis pyrhophia), el coludito copetón (Leptastenura platensis), la bandurrita chaqueña (Upucerthia certhioides) y el cardenal amarillo (Gubernatrix cristata) (Giraudo et. al 2003).

Iberá brinda una enorme oferta para la nidificación de aves acuáticas en colonias, debido a la presencia de sectores con poca o ninguna intervención del hombre. Son importantes las colonias de varios cientos de individuos de garza blanca (Ardea alba), garcita blanca (Egretta thula), garza bruja (Nycticorax nycticorax), garza mora (Ardea cocoi), biguá víbora (Anhinga anhinga) y cigüeña común (Ciconia maguari), entre otras.

Cardenal amarillo

Las transformaciones de las tierras elevadas que bordean al Iberá pueden ser un factor decisivo en la conservación de las especies de aves amenazadas, debido a que están siendo objeto de un impacto antrópico cada vez más elevado. Giraudo et al. (2003) ha detectado cuatro áreas dentro del macrosistema que merecen medidas de protección especial debido a la riqueza y la presencia de aves amenazadas en el ámbito nacional y mundial. Estas son: Estancia Puerto Valle, Estancia San Juan Poriahú, área Concepción Chavarría y área Laguna Iberá Laguna Fernández.

Cabe mencionar que el esfuerzo en las tareas de muestreo para los estudios efectuados en Iberá, aún no ha sido homogéneo para todo el macrosistema, por lo que no se descarta la presencia de otros sectores clave para la conservación de la diversidad de aves del área protegida.