Las Rutas del Iberá

Descubriendo el Río Corriente

El río Corriente es el límite sur del Iberá y debido a su gran caudal y pronunciadas curvas, es un lugar ideal para empezar una aventura llena de naturaleza. Sus aguas transparentes y fondos arenosos permiten hacer snorkel, buceo o simplemente detener la travesía en los bancos de arena y hacer un picnic con el solo acompañamiento de la brisa y el sonido del agua.

Los recodos del río Corriente

Se puede acceder al río desde la localidad de Chavarría, que enseña sus casas antiguas y la ex vía del ferrocarril, con un puente que pide a gritos ser pasarela, llenarse de turistas y lucir orgullosa su río, sus pájaros y sus camalotes en flor. Chavarría, conectada con la capital de Corrientes a solo 180 km de asfalto en buen estado, comparte río con Mercedes y Yofre, y está próxima a Concepción por la ruta 22 de ripio, a tan solo 90 km. Las vías podrían volver a conectar las localidades con una zorra de paseo, emulando el antiguo viaje que hacía el tren, invitando a turistas que sientan la historia y aprecien la naturaleza de los esteros o bien una caminata observando el río a 4 metros de altura.

Remontar el río en lancha o velero es la opción perfecta para descubrir diferentes paisajes: espesas selvas en galería, blancas planicies de arena y grandes superficies de agua. Pasar por la típica Casa de Piedra (un antiguo casco de estancia abandonado) y recorrer el río en busca de yacarés en la orilla, bandadas de tuyuyús, jabirús, garzas y mbiguás, o dejarse sorprender por algún carpincho que se cruza nadando o por la cabecita de un lobito de río que se asoma para curiosear son algunas de las posibilidades. También hay zonas para pesca con devolución debido a la gran cantidad de dorados y aguas calmas.

Lobitos de río en acción

Otra opción comienza en el puente de madera sobre el Payubre, ubicado cerca de la localidad de Felipe Yofre, desde donde se puede bajar las aguas en kayak o bote, acercándose al río Corriente desde un brazo único que permite bordear estancias ganaderas y ver cómo la fauna autóctona se acerca al agua. Angosto y sinuoso, con paisajes únicos, es ideal para una embarcación pequeña que permita flotar en silencio, viendo cambiar el color del agua, de marrón a verde, de verde a celeste y viendo las barrancas con selva en galería que encierran el paso con vegetación, al punto de no saber si sigue el camino.

Dormir en una carpa en los bancos de arena o flotando en una embarcación, es indescriptible. Es la posibilidad única de experimentar sonidos y aromas que solo ofrece el sur del Iberá.

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